La luz de tu casa ya no se enciende, será que se ha apagado la vela que alguna vez me nombro? Ya no pronuncias mi nombre, ya no escribes y no sé si aun vives. Tu silencio dice todo, pero todo calla más de lo que dice. La ausencia de tu rostro le quita aire a aquel pulmón. La añoranza de tus manos le quita vida al corazón. Se estruja la sangre y se siente morir una parte física latente que a veces no deja dormir. Las lágrimas descienden mientras voces conocidas cantan canciones de consuelo y la luna me dice que no quiere ver llanto esta noche, mañana tampoco y quizás ayer no. Siguiendo sus orde
Por qué no te despojas de tu sombra?
Aquella parte oscura que te llama con angustia.
y dejas que te comparta un secreto
Sobre el cantar de relojes mudos y sangre caliente
la vida derretida ante el fuego del invierno
sobre los silencios entre letras y armoniosos recuerdos de distantes épocas...
de eras de postales de otros mundos y cielos sin tormentas ni aguaceros
Un momento en el cual, ni tu sombra, ni las nuestras tienen la más remota importancia.
Cuando la luz deja de ser y el sonido lo es todo.
Apagas la luz?
Donde estas .? Solía preguntarle al viento y pensar en ti.
Criaturas hilarantes llegamos a ser después de un tiempo.
Las heridas cicatrizan y los recuerdos quedan?
O eso queremos creer.
Las cosas que recuerdo, lentamente se borran y me doy cuenta que heridas nunca hubo.
La risa es sana y es perfecta mascara para evitar todas aquellas preguntas de los dos.
Pero la relatividad de las nubes me trae de vuelta a este desierto
A la risa e indiferencia que crean tus ojos, los piquetes de tus palabras y el sabor amargo de tus movimientos.
Ya no puedo visitarte en sueños, la miel ya me empieza a saber a hiel y no recuerdo
Besando sus manos
Aquel extraño profesaba su amarga despedida.
Se despedía de aquella mirada
Que nunca veía,
De aquella sonrisa,
Que siempre evadía.
y tocando aquellas inertes mejillas
Descubrió las huellas de sus lágrimas.
Invisibles con el paso del tiempo
Y tan reales cual recién hechas.
Observo sus manos
Y vio las marcas ya borradas de su culpa.
Silencio brotaba de sus grises ojos,
Y olvidados suspiros de sus blancos labios.
Sangre fluía de su abierta herida,
Y en su afán de sostenerla
No hacia más que entregarla
A aquel oscuro manto del olvido
.y podemos observar las acciones de nuestro pasado
En aquellos otros seres a nuestro alrededor.
Sus errores, sus faltas, todo juzgamos cual verdugos de sus almas
Y es que a todos nos encanta ser victimas de nuestra propia realidad.
Cegar nuestras miradas con falsas imágenes de realidad.
Y es que todos los humanos buscan y persiguen el sufrimiento
Para convencerse a si; mismos de su propia existencia.
Y lo anhelan y rebuscan dejando pasar a aquellas luces que se les cruzan por el camino
-Escuchar, sospechar, confirmar y llorar
-Caminar, parpadear, susurrar y pensar
-Sostener y observar, queriendo gritar.
-Retener y sufrir, queriendo olvidar.
-Entender y dejar, tratando escapar.
-Enojar y alistar, apuntando a matar
Puedo escuchar
Lamentos de un ayer
Susurrándole a tu voz,
Que te diga porque fue.
El placer de disfrutar
Te lo acabas de negar.
Sin saber que a tu verdad
La mataste al gritar.
Puedes berrinchar, patalear y llorar
Aun así nunca llegaras a tu final.
Aquel final oscuro
Que sueñas obtener
Donde el perdón de tu alma
Se suicide al revés.
Donde ángeles caídos
Te canten un adiós.
Y alguien te lleve de la mano hacia
el eterno perdón.
Mentiría; si dijera
Que no se como llegar,
Que con gusto,
te hubiera llevado de la mano hasta el final.
No me gusta repetir,
ya no quiero record
Ásperos labios
Alguna vez silenciados
Descansan inertes
Detrás de tu mano.
Espera tu cuerpo
Con ansia aquel día,
En que tus lamentos
Destruyan su vida.
La vida de aquel;
Terrible pesar,
Que muerde tus pies
Cuando vas a nadar.
Aquel animal
Que mata al mirar,
Y tú, sin pensar
Le dejas actuar.
Apúrate ya!
No quiero esperar,
Lo matas, y ya;
O te vas a nadar.
El ruido palpitante de sus pasos,
dejaba su camino marcado
a cual latido de sus odiadas manos.
Sus ojos no le observaban,
mas sus miradas si disparaban
aun así las flechas le evitaban.
Por más que su deseo mandaba, aquel espanto lo gobernaba.
Llegó el día, en que una flecha le alcanzó,
volviendo gobernante al deseo desertor.
Aun así; la arena no volvió
y el tiempo a su cobardía castigo.
Cual animal lastimado,
no quiere soñar
El silencio, solo me hace recordar
Los hermosos sonidos que murieron atrás,
Tonadas insaciables que quisimos cantar,
Disfrazando de llanto, una santa verdad.
Te hablo de fantasmas que me acechan al soñar,
Vestigios de tus risas ocultos en un mar,
Relojes egoístas que no paran de gritar,
Que corren como el viento y vuelan sin parar.
¿Y ahora donde esta,
Aquel que de sueños quiere amar?
Buscando una palabra, buscando una señal,
Enceguecido por lo falso, muriéndose al hablar